De pequeña en casa teniamos gallinas, recurdo como picoteaban en el auelo y se pavoneaban en libertat al sol. Cuando hacia mucho frio mi padre me subia a mi habitación los pollitos para que no murieran de frio, y esos durante unos días eran mis compañeros de juegos.
Ahora recuerdo eso, cuando veo esos pobes animales encerrados, sin poder ver jamás el sol, sin espacio, sin la compañia de humanos que los alimentaban y cuidaban de sus pequeños cuando hacia frio.
Que tristeza de vida para esos preciosos animales.
Certo entonces en casa comiamos las gallinas y los pollos. Los sacrificaba mi abuela, ahora despuès de ver la tortura de esos pobres polluelos, de esas pobres gallinas, no puedo come esa carne enferma y desgraciada.
Si comemos desgracia y enfermedad solo podemos almacenar en nuestro cuerpo, desgracia y enfermedad.
Por eso h¡ahora no me alimento de SUFRIMIENTO.
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